Luna Rosa
La luna llena de abril no me trajo el rosa de su flor,
sino la espina de su pregunta en el timbre de mi voz.
¿Cómo debe una mujer atravesar su propio desierto,
beber de las aguas del tiempo perdido
y demás conjuros imposibles del pasado?
Las semillas no germinan en esa geografía,
eso ahora se sabe.
No hay un mapa, ni caminos, ni puertos:
por cada mujer un compás,
por cada compás una estrella.
Entonces toca.
Regresar a otro pasado,
antes de mi tiempo,
el de mi madre,
el de mi abuela, el de su madre
y así,
hasta llegar a Eva,
las que estaban antes que ella.
Tiempo en que los misterios no requerían
explicaciones ni ecuaciones.
Bastaban los susurros junto al fuego
para encontrar el oasis.